A los estadounidenses les encanta la sal e ingieren mucho más de la cucharadita diaria recomendada.
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"Comemos más de 10 veces esa cantidad", afirma la doctora Annet Kirabo, del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.
El exceso de sal activa un interruptor interno que provoca hipertensión y enfermedades cardiacas.
"Si alguien consume mucha sal durante un largo periodo de tiempo, es probable que se dañen sus riñones y que aumente su presión arterial", dijo.
Aaron Finley, paciente hipertenso, trabaja en atención al cliente y es actor a tiempo parcial. Hace poco descubrió que pertenece a dos grupos de alto riesgo: Los afroamericanos mayores y un grupo denominado muy sensible a la sal.
"Mi estilo de vida me predisponía a padecerla", afirma Finley.
En un estudio, Kirabo y su equipo midieron continuamente la tensión arterial mientras se administraba a los participantes una dieta restringida en sal o una muy rica en sal. Descubrieron que una sola cena salada puede dispararla.
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"Puedes ir al médico y que éste te diga que no tienes hipertensión y, sin embargo, ir a casa y comer una comida salada y sufrir un derrame cerebral o un peligroso aumento de la hipertensión", dijo Kirabo.
También puede causar daños a las células y los tejidos.
"A la ingesta de sal corresponde un rápido aumento de la inflamación causada por el estrés oxidativo y la oxidación de los lípidos", explica.
Reducir la sal, hacer ejercicio y mantenerse activo e implicado con los demás ayuda, pero lo más importante es saber si se tiene hipertensión.
"Saber es mejor que no saber, porque cuando no se sabe y se descubre, puede ser catastrófico", dijo Finley.