LOS ÁNGELES (KABC) -- Un miembro de la mafia mexicana que fue condenado a muerte en 1981 por el asesinato de un agente del alguacil del condado de Los Ángeles permanecerá en prisión, dictaminó el martes por la mañana un juez del tribunal superior de Los Ángeles.
Jesse González mató al agente Jack Williams en 1979 mientras éste y otros agentes cumplían una orden de registro de drogas en una casa de La Puente.
La cuestión ante el tribunal el martes era si se había producido una violación de Brady, es decir, si se habían ocultado pruebas materiales a la defensa en el momento del juicio y en la fase de la sentencia. Las hijas de Williams temían que González quedara en libertad si el juez determinaba que la fiscalía no había entregado las pruebas.
Sin embargo, el juez dictaminó que no se había producido ninguna violación de Brady.
Tras la decisión, se vio al Alguacil Robert Luna y a otros miembros del departamento abrazándose.
González fue declarado culpable de asesinato en primer grado con la circunstancia especial de matar a un agente de la paz. Fue condenado a muerte.
González nunca ha negado haber matado a Williams, pero afirma que creía que los agentes, que iban vestidos con ropa normal pero llevaban identificación, eran miembros de una pandilla rival que venían a matarlo.
La pena de muerte dependía de que el jurado declarara que González tenía intención de matar a un agente de policía. En su momento, la fiscalía de Los Ángeles señaló lo que González dijo a un detective horas después del asesinato: que "de repente, vio venir a la policía". González cambió rápidamente su versión y dijo que en realidad no había dicho eso.
Meses después, el informante William Acker se puso en contacto con los detectives del LASD para decirles que González le había confesado días después de que Acker se encontrara por casualidad en una celda de la cárcel justo al lado de González. Acker dijo a los detectives que González admitió que sabía que eran policías y que quería " embolsar a un policía".
Pero la defensa dice que la fiscalía ocultó pruebas adicionales que pintaban a Acker aún menos creíble.
Mark Overland, abogado defensor de González, dijo que su cliente merece ser puesto en libertad y que la confesión en la cárcel fue fabricada. También afirma que Acker habría dicho cualquier cosa para salvarse a sí mismo.