SAN YSIDRO, Calif. (KABC) -- Un grupo de danza azteca demandó al gobierno federal después de que les confiscaran cientos de plumas ceremoniales en la frontera entre Estados Unidos y México.
El incidente ocurrió en marzo.
Danza Azteca Tenochtitlán se encontraba en México, trayendo a otros bailarines para un evento, cuando fueron detenidos en el cruce fronterizo de San Ysidro.
Rubi Marek lloraba mientras describía cómo se sintió aquel día, incluso diciendo que la trataron como a una criminal. Dijo que su vehículo fue rodeado y que agentes del Departamento de Interior confiscaron cientos de plumas. Los documentos muestran que eran de guacamayos, loros, faisanes y otras aves.
"En ningún momento les preguntaron si eran para fines religiosos y lo otro es que estas plumas venían de México, donde se respetan las prácticas religiosas de los nativos americanos", dijo el abogado Jaime Gutiérrez, quien representa al grupo.
Los agentes luego determinaron que algunas de las plumas eran legales y fueron devueltas. Otras, como las de faisán, no lo fueron.
"Exigimos que se devuelvan porque muchas de esas plumas han pasado de generación en generación", dijo Gutiérrez.
Marek fue acusada de no declarar las plumas en la frontera y de introducir artículos prohibidos. Se le impuso una multa de $500 dólares. Gutiérrez dijo que esto viola sus derechos de la Primera Enmienda.
"A los nativos americanos de Estados Unidos se les permite tener plumas de guacamayo y otras plumas por razones ceremoniales y son venerados, pero los nativos americanos que vienen de México, de alguna manera, por alguna razón, sus plumas son confiscadas", dijo Gutiérrez.
ABC7 se puso en contacto con el Departamento del Interior, pero la agencia no quiso comentar, diciendo que la carta de incautación da toda la información que indica que esto era una violación de la Ley de Especies en Peligro de Extinción.
Marek dijo que todo esto es muy doloroso.
"¿Qué he hecho yo que sea tan ilegal e incorrecto?", se preguntó.
Los abogados dijeron que estos objetos ceremoniales son muy personales y ahora piden un millón de dólares por persona por angustia emocional.